Todo comenzó en una venta de jugos en San Miguel. Una tía de Lorena las recomendó para hacer los postres para un conocido y esa fue la oportunidad crucial de crear la primera gran pastelería y panadería de oriente.
Dejó su vida tranquila del campo atrás para acelerar el crecimiento de su nuevo emprendimiento. Los primeros pasteles fueron hechos en el horno de su cocina, eran sencillos y llevaban nada más un par de líneas de color.
La gente disfrutaba de llegar a ver como Lorena decoraba los pasteles y fueron ellos quienes nombraron la pastelería, mucho antes que nosotros lo hiciéramos. Nuestra primera sala de ventas formal abrió sus puertas en 1984, a pesar de las dudas y los atrasos. Temíamos que nadie nos visitaría y resultó que se hacían filas interminables para esperar por nuestra quesadilla. Nos tomamos el tiempo de averiguar desde donde venían nuestros clientes para poder abrir sucursales más cerca ellos y fue así como empezamos a crecer.
A inicio de los años 90 introducimos la comida a la vista a nuestro menú y empezamos a buscar locales con más tráfico como el de Metro centro, donde nos ganamos al resto de inquilinos con nuestros pasteles.
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